“El aire guatemalteco es tóxico -dijo él (…). La gente que vive aquí es como de piedra, es gente muerta.”: la Guatemala de Rodrigo Rey Rosa.
La melancolía de escribir sobre un país como Guatemala se traduce en palabras directas, palabras rigurosas y precisas para describir su miseria y su violencia cotidiana. En este breve texto, los últimos dos compilados de relatos y novelas cortas, Imitación de Guatemala (Alfaguara, 2013) y 1986 (Alfaguara, 2014), servirán de guía para entender mejor la Guatemala de Rodrigo Rey Rosa.
El escritor guatemalteco Rodrigo Rey Rosa, nacido en Ciudad de Guatemala en 1958 y discípulo del escritor estadunidense Paul Bowles, es actualmente comparado con otros maestros del relato corto como Borges, Bioy Casares y Cortázar. Y eso no es todo, fue elogiado por uno de los más grandes de la literatura hispanoamericana de los últimos años: Roberto Bolaño. En la obra póstuma de Bolaño, Entre Paréntesis (Anagrama, 2004), éste habla del “estilete de Rodrigo Rey Rosa”. Bolaño escribe que la prosa de Rey Rosa es como “una enorme cámara frigorífica en donde las palabras saltan, vivas, renacidas”. Cabe agregar que Rey Rosa, como Bolaño y varios autores latinoamericanos de su generación, fueron escritores nómadas, “sin domicilio fijo”, que se distanciaron de las vivencias de sus países de origen y lograron escribir con aún más dureza sobre la situación latinoamericana, siguiendo accidentalmente el adagio de Pessoa: ¡Viajar!¡Perder países!
1986
Los cuentos escritos por Rey Rosa se reúnen en el volumen más reciente, 1986, publicado en noviembre del 2014 por Alfaguara, además de agregársele textos inéditos -y más recientes-. Estos breves relatos fueron escritos entre 1985 (“El cuchillo del mendigo”) y 2005 (“Otro zoo”), alternando el trabajo de escritura entre Estados Unidos, Colombia, Marruecos y Guatemala, entre otros países. Estos textos ya nos dan a entender lo que será uno de los argumentos centrales de los libros del autor con los años: la violencia.
El autor cuenta los problemas de ser guatemalteco, que incluso estando en el extranjero la violencia y el miedo lo persiguen. Su relato “Ningún lugar sagrado” (1998), en pleno contexto de la supuesta “paz firme y duradera” firmada en 1996, hace que las secuelas de la persecución política llegue hasta Nueva York, donde su hermana y otros defensores de Derechos Humanos centroamericanos sigan siendo perseguidos. Este texto que toma la forma de una conversación a medias entre el yo-escritor y una psiquiatra estadunidense, nos transmite muy bien las angustias del personaje radicado en Nueva York, mezclando una ironía fuerte y humor negro.
En su relato corto “Cárcel de Árboles” (1991), Guatemala sale como un lugar de experimentación constante, donde el contexto socio-político permite que se utilice la represión con fines experimentales. Rey Rosa lleva la violencia a un nivel más allá de lo pensable, aportando sus conocimientos en medicina. En esta historia, una doctora, con la ayuda de las Fuerzas Armadas Guatemaltecas y de algunos estadunidenses, logra valerse de los cuerpos de prisioneros políticos para infligirles experimentos neurológicos con el fin de modificar sus comportamientos y su habla, en algún lado perdido de la jungla a la frontera con Belice. El acto de escribir se vuelve, para el personaje principal de la trama, la única manera de salvarse de la sumisión completa a los experimentos y se vuelve un acto supremo de libertad en dicho contexto.
Lo más curioso es que un proyecto de esta índole existió en la vida real e inspiró, quizás, la trama de “Cárcel de Árboles”, tal y como lo demuestra con más detalles un artículo escrito por el cineasta alemán Uli Stelzner[1]. El proyecto se denominó ASPREJO y funcionó entre mediados de los años 1970 hasta 1986, a sabiendas de las autoridades nacionales y estadunidenses. El doctor estadunidense David Burden estuvo a la cabeza de este proyecto y trató supuestamente las adicciones de algunos hijos de ricos centroamericanos y estadunidenses. Al final de cuentas, el doctor Burden hizo que ese campamento se convirtiera en un campo de concentración tropical. Ya profundizando su curiosidad hacia este evento, Rey Rosa, mezclando a su vez elementos verídicos y ficción, cuenta la historia de un sobreviviente de este campamento -en el relato que le dio el nombre a esta colección, 1986-, un hondureño que sí existió y fue internado por su “hedonismo” en ASPREJO. La realidad puede a veces superar la ficción.
Imitación de Guatemala
En este compilado de novelas cortas, el título es un enigma. ¿Quién tendría la patética idea de imitar a Guatemala?
Otro negocio lucrativo que floreció –y sigue a otra escala, en otro contexto- es el tráfico de niños en los tiempos del conflicto armado. Bien lo relata Rey Rosa en su nouvelle “Que me maten si…” donde extranjeros bajo el cubierto de una fundación humanitaria abusan de los niños –o los venden, nunca es claro.- Todo esto se descubre por pura casualidad, cuando un viajero y escritor inglés cae en dicha institución benéfica, en un sector doblemente paradisíaco: por su paisaje y por su impunidad.
La novela “Piedras Encantadas” (2001) comienza con la descripción directa y sombría de la Ciudad de Guatemala, poniendo las bases geográficas de una historia donde violencia banal e ironizando un racismo bastante paroxístico – encarnado por Silvestre, niño belga adoptado por dos ricos guatemaltecos, en un país donde los huérfanos sobran-. Un detective privado de apellido Rastelli lleva a cabo la investigación, sabiendo que la Policía Nacional Civil nunca elucidará lo sucedido. La corrupción e influencias sociales juegan un rol central en esta historia y es quizás uno de los mejores retratos de la vida urbana guatemalteca en contexto de post-conflicto.
“El Cojo Bueno” (1996) relata el secuestro de un joven adinerado por antiguos compañeros de colegio, que termina en varios problemas y un intento por parte de la víctima de reconstituir la verdad detrás de su secuestro. Con esta historia, Rey Rosa nos da a entender que la avidez no tiene barreras sociales, donde clases medias y altas pueden conspirar contra sus cercanos con el fin de obtener beneficios económicos. No se puede confiar en nadie, al final de cuentas, lo que se traduce en la realidad con una gran falta de confianza en los lazos sociales, ya descrito desde los primeros trabajos de antropología llevados a cabo en los años 1960[2] en la capital guatemalteca. La omnipresente desconfianza en las instituciones públicas y en la gente que envuelve a los personajes de los relatos de Rey Rosa es otra parte importante de su obra, lo que habla mucho del contexto violento y de la precariedad cotidiana en la región.
La trama de “Caballeriza” (2006) representa bien otro contexto donde la violencia estuvo muy presente durante los tiempos del conflicto armado interno y hoy en día toma otras formas, en una historia donde dinero, la finca como símbolo de poder –y riqueza- y un cierto machismo sirven de tela de fondo para la misteriosa muerte de un caballo valorado en varios millones de quetzales… Ahora es su turno de leer el resto para impregnarse de esta atmósfera y encontrar quién estuvo detrás de esta misteriosa muerte, en un país donde ni los animales se salvan de la violencia.
¿Guate-qué?
No es para nada anodino decir que la violencia es un tema recurrente y central en la obra de Rodrigo Rey Rosa, y no es el único. Otros escritores centroamericanos como Horacio Castellanos Moya, Vanessa Núñez Handal (Dios Tenía Miedo, F&G Editores, 2011) y Denise Phé-Funchal (Buenas Costumbres, F&G Editores, 2010) retratan lúcidamente los diferentes niveles de violencia de la vida cotidiana.
Guatemala, como el resto de Centroamérica, sigue siendo una región mortal, plagada por la muerte banal, por los problemas sociales y por una democracia excesivamente disfuncional. La convivencia cotidiana se vuelve más frágil, con individuos sometidos constantemente a violencias polifacéticas. La literatura de la región sigue y seguirá siendo una de las mejores maneras de entender lo que es “vivir en el maldito trópico”, si le prestamos el título al libro de David Unger. Ya lo dijo Denise Phé-Funchal en la Feria Internacional del Libro de Fráncfort: “La muerte ya no es algo que te sorprenda. Mirás las señales de tortura de las pandillas y son las mismas que se hacían durante la guerra. Escribís para mantener la cordura dentro de tu país”[3].
Fotografía: Sandra Sebastián, tomado del sitio http://www.literaturaguatemalteca.org/sandrasebastian.htm
[1] Artículo publicado en noviembre 2014: http://www.elperiodico.com.gt/es/20141102/elacordeon/4245/ASPREJO–el-hospital-del-infierno.htm
[2] El maravilloso trabajo de Bryan R. ROBERTS sobre comunidades pobres de la ciudad de Guatemala nos indica que el “crédito social” fue siempre un factor central para comprender la vida cotidiana en dichos barrios. El libro en cuestión se llama Organizing Strangers: poor families in Guatemala City (U. Texas Press, 1973), traducido al español por la Flacso de Guatemala: Organizando extraños: familias pobres en la Ciudad de Guatemala (FLACSO, 2011).
[3] Artículo publicado en noviembre 2014:
http://www.nacion.com/ocio/artes/violencia-centroamericana-espejo-literatura_0_1450255008.html